Pff, ¿y vos pensás que para mí la vida es fácil? ¿Vos pensás que todo lo que tengo me cayó del cielo? ¿De verdad creés que nunca sentí que el mundo se me caía encima? ¿De verdad creés que tenés algo para envidiarme? Si creés que es así, entonces no estás bien de la cabeza. Si logré mi felicidad en algún punto de mi vida, es porque lo busqué, porque no me rendí ante nadie, porque no me dejé vencer. Toda mi vida viví cuestionando mis propios pensamientos, odiando y detestando lo que soy. Y hoy, luego de años de no comprender hacia dónde tenía que dirigir mis deseos, digo: ¡Qué bien se siente ser yo!

Me da lástima que no puedas sentir, de verdad, lo que esto significa, pero más lástima me da saber que no puedo compartir con vos mi felicidad ¿por qué? Porque no la comprendés. Ahora viene la cuestión: ¿comprender QUÉ si las emociones no se piensan? Las emociones no se comprenden, se sienten y eso es algo que vos no podés hacer. Dejá de pensar tanto y empezá a sentir y te aseguro que tu camino se va a ir aclarando, es más, te aseguro que el resultado va a ser más agradable.

 Empecé a ser feliz cuando me dí cuenta de que no tengo que demostrarle nada a nadie, sé quién soy y de lo que soy capaz, sé que puedo hacer y qué no, sé cuales son mis límites y mis posibilidades, sé lo que me gusta y lo que no me gusta y, sobretodo, sé que soy lo que soy porque yo lo decidí y mientras mi comportamiento no afecte a nadie, no voy a dejar de ser yo ni permitir que alguien me manipule. Ahora está en vos empezar a abrir tu mente.