Hace mucho que no escribía acá. Es que por alguna podrida razón Blogger me funcionaba mal, no publicaba las entradas de la forma que yo las subía. Además encontraba que el diseño era súper pedorro y no tenía ganas de cambiarlo (tipo de cosas que suceden cuando uno redescubre Tumblr y no hay página que importe más). Pero ayer a eso de las dos de la mañana o hoy a la madrugada lo abrí y lo modifiqué un poco, como habrán notado perfectamente (este tipo de aclaraciones son ilusas y superfluas, no sé para qué las hago). Bien, ahora debería contarles algo que no sepan o que no hayan notado por ustedes mismos, por ejemplo: cómo están yendo mis días, lo que me pasa, la mala suerte – buena suerte que tengo, y cosas de ese estilo. Pero no tengo ganas. Odio cuando la gente me empieza a hablar de cosas random que a mi no me importan. Es estúpido decir esto después de haber escrito millones de veces lo que me pasa como si a alguien de por aquí le interesara. Pero ¿saben? tampoco me importa si les interesa o no lo que haga con mi estúpida vida, así que voy a escribir.
Hace días que no sale el sol. Hoy a la mañana había algo de sol, pero a penas. Y no duró nada porque ya son las… ¿cinco de la tarde? La verdad no sé, no tengo ningún reloj cerca y el de la computadora lo tengo mal configurado (debería arreglarlo), pero volviendo, son las cinco de la tarde (supongamos) y el cielo ya está gris otra vez. Me gustan los días nublados porque odio al sol. Sí, lo odio. Me da miedo estar a la luz del sol porque me hace mal a la piel. No es nada desagradable, tampoco nada grave, pero de todas formas prefiero evitarlo. Además los días nublados son lindos para hacer cosas como…leer. A mi mamá le deprimen los días nublados, no entiendo por qué le afecta tanto el clima en su estado emocional, a mi me da igual la mayoría de las veces, pero a ella parece afligirla. En serio.
Estos últimos días fueron ¿tranquilos? No sé cómo decirlo, pero me siento más relajada que anteriormente y no sé justamente por qué. Espero que me dure, necesito respirar un poco y dejar de paniquear con todo. Algún día debería explicar qué es paniquear. En realidad, ni siquiera sé si existe esa palabra, pero con mi hermana y el novio como somos bastante “sensibles” en varios aspectos teníamos que convertir en un verbo a la acción de “tener pánico” así que de ahí salió “paniquiar”. Si existe o no en el diccionario, no tengo idea. En fin, estoy feliz por muchos motivos que desconozco, pero a la vez estoy triste por otros motivos que intuyo conocer. Para empezar, viene una oleada de bandas que me encantan y no puedo ir a ver a ninguna ¡cómo odio cuando pasan cosas como esta! De repente todas las bandas se acuerdan de que existe Argentina y vienen todas juntas. Odio eso, en serio. Es decir, lo que más amo en la vida y por sobre todas las cosas es ir a conciertos. Es el único momento en el que me siento absolutamente libre, en donde puedo gritar, llorar, reírme, saltar, desahogarme, emocionarme, y a veces todo eso junto. Seriamente, los recuerdos más felices que tengo son los días que fui a los recitales de las bandas que me gustan, y recuerdo cada noche como si hubieran transcurrido hace cinco estúpidos minutos. Si pudiera todos los días ir a un recital, lo haría (obviamente, siempre de bandas que me gusten, no aguantaría ver algo que no me guste). Ahora vienen todas, System of a Down, Pearl Jam, Sum 41, Megadeth y adivinen quién no tiene entradas para ningúna; sí, yo. Mátenme, lentamente. Gracias.
Y así finaliza mi mediocre y empobrecida entrada. Nos leemos. O mejor dicho, me leen porque yo a ustedes no los leo. Al menos que quieran escribirme...pero todos sabemos que no, así que lo dejamos ahí.
Los despide.
Holden.
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