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domingo, 31 de julio de 2011

Nightmares.

Volvieron las pesadillas, mal, mal, muy mal. Creí que nunca más iba a poder recordar más de dos sueños en noches seguidas, creí que eso había terminado. Ya separé un cuaderno y una lapicera y los dejé en la mesita de luz al lado de mi cama, tengo que anotarlos para no olivarlos. Cuando sueño, me despierto y anoto en el cuaderno palabras claves referidas a lo que vi, así cuando me levanto a la mañana las leo y puedo acordarme de lo que soñé.

Si estoy teniendo pesadillas quiere decir que estoy durmiendo mal (otra vez). Cuando se tienen pesadillas, ni el cuerpo ni la mente pueden descansar del todo bien. Si bien, me gustan por un lado, por el otro me desesperan. Quiero dejar de tenerlas pero sin embargo cuando no las tengo me siento vacía. Cuando era más chica me gustaba tener pesadillas, lo encontraba mil veces más entretenido y satisfactorio que teniendo un sueño agradable.

Recuerdo como una de mis primeras pesadillas a un sueño que tuve en el cual estaba en el jardín de mi abuela, era de noche. Mi mamá y mi abuela estaban dentro de la casa. El jardín es muy extenso, y al final de el se encuentra una pared de ladrillos –no demasiado alta- y luego de eso se ubica la casa del vecino. En mi sueño, todo eso se veía como un hueco negro, era una noche tan oscura que no podía distinguir nada y lo único que alumbraba era la luz de la cocina de la casa. Entonces vislumbro a lo lejos a un hombre con un farol en la mano. Tenía un aspecto tétrico y macabro. Estaba encorvado y caminaba lentamente hacia mi, mientras yo retrocedía el se iba acercando más y más (lo recuerdo y me agarran escalofríos). Tenía la sensación de que iba a capturarme y a hacerme daño y justo en el momento que creí que iba a agarrarme, desperté. Hasta el día de hoy tengo la imagen del hombre y su cara espantosa, pelado y envuelto en un traje negro. Buen recuerdo.

Eso fue como a mis cinco o seis años. Luego de eso me obsesioné con Harry Potter, por lo que todas mis pesadillas estaban vinculadas con eso. Una noche soñé que me enfrentaba en un duelo de magos con Draco Malfoy y el me lanzaba una serpiente que mordía mi dedo. El dolor fue tan real, sentía como el veneno pasaba por mis venas, desperté con la misma sensación y el dedo me ardía de dolor.

Unos años más tarde, a mi edad de doce años todas mis pesadillas tenían como único fin mi muerte o el descontrol total del mundo. En todos moría, me mataban, me asesinaban, me suicidaba, ocurría alguna catástrofe que acababa con la raza humana, o algún virus que transmitía enfermedades mortales. Le tenía mucho miedo a los zombies, nunca pensé que iba a terminar convirtiéndome en uno *inserte risas gravadas*.

Las pesadillas que me acompañaron en los años siguientes hasta mis catorce años no fueron nada agradables, si las anteriores me hacían sentir miedo, estas me dejaban en pánico. Todas eran como películas en mi mente, tan reales que a veces despertaba pensando que me iba a traer el sueño a la vida real, o despertaba llorando, o sobresaltada.

Los sueños lindos están bien. Pero no es lindo soñar algo hermoso y luego despertar y descubrir lo muy fracasado que sos, es frustrante. En cambio en las pesadillas se puede experimentar la adrenalina y el miedo. En ellas se viven aventuras emocionantes, en las cuales se aparenta sentir el mayor riesgo pero en realidad nuestra vida no corre peligro alguno porque todo acaba en cuanto despertás, son sensaciones que no se viven en la vida real.

Es raro.

¿Qué somos mientras dormimos? ¿Qué pasa mientras dormimos? ¿A dónde vamos mientras dormimos? Para mi es como morir. Cuando nos dormimos, cerramos los ojos y cuando los volvemos a abrir ya es otro día, o pasaron dos horas, tiempo ausente, tiempo en el cual vos no estuviste conciente pero sin embargo siguieron aconteciendo cosas. Tiempo muerto.

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