Todo esto es un asco, de verdad. Nunca pensé que todo podría darme tal fastidio, es tedioso, monótono y me molesta. Además, como siempre remarcando todos mis malditos errores y ya siento que no voy a poder, que me supera. A veces me pregunto para qué hago tantas cosas que no tengo ganas de hacer, pero tampoco sé qué cosas me gustan sí quiero hacer. Hay pocas cosas que me gustan hacer y por lo general no son cosas que pueda hacer continuamente. Creo que si encontrara esa cosa que me hace feliz completamente la haría todos los días.
Hace mucho que tengo ganas de ir al cementerio pero nunca nadie quiere venir conmigo, voy a terminar yendo sola aunque probablemente me perdería en las calles y entraría en pánico. Digamos que ir a pasear al cementerio no es algo muy lindo, sin embargo a mi me gusta. Ir al cementerio porque si. Es silencioso, no hay ruidos molestos ni gente molesta porque están todos muertos. Lo del cementerio seguramente es porque estoy leyendo un libro que transcurre en un cementerio. Se llama “El libro del Cementerio” y el autor es Neil Gaiman (mi preferido), se los recomiendo. Trata de una familia que duerme y un asesino sin compasión que va a matar a esa familia. El bebé huérfano escapa de la muerte escapándose de la casa y consigue gatear hasta lo más alto de la colina, lugar en donde se encuentra un cementerio lleno de una vida especial. El niño es recibido allí donde los muertos no duermen y todos los que allí habitan deciden brindarle su protección, porque fuera, tras la valla que separa a la ciudad de sus fantasmas, el asesino vil espera pacientemente. La pregunta es ¿quién es el niño al que quieren muerto? Es curioso que los fantasmas lo hayan nombrado Nadie. Es muy bueno, en serio. Léanlo.
Estos días fueron horribles ¡Qué deprimida que estoy, viejo! No tengo ninguna motivación. Ni una. Si piensan que soy feliz, entonces están mal de la cabeza. Ayer estaba caminando por la calle mientras escuchaba “A bad dream”, me gusta caminar por la calle mientras escucho música, creo que es una de las mejores formas que conozco para recapacitar sobre cosas varias, varias cosas. Sin embargo, mientras sonaba la canción me paré en la esquina y observé a la gente caminando, los autos pasando por la calle, el cielo comenzaba a alumbrase por los primeros rayos del sol. De repente me sentí una hormiga en un mundo enorme. Me sentí tan insignificante, tan débil, tan pequeña. Tuve miedo, no sé por qué. Y empecé a pensar en las diez mil formas en las que podía morir en ese mismo instante mientras me sentía tan vulnerable y sensible, mirando hacia ningún punto en específico, sin escuchar nada más que la canción y sintiendo que me hundía a cada paso que daba.
El sábado pasado fui a ver a Helmut. Como siempre, fue un gusto verlo. Quería hacer una entrada dedicada a ese día en especial, porque verlo fue lo mejor que me pasó por lo menos en este mes. Hablamos mucho. Me dijo que yo iba a ser artista, eso me mató. ¿Artista? ¿Yo? Tengo menos arte en las venas que cualquier persona. Si bien, podría ser una persona creativa, no tengo talento alguno. En serio. Lo he buscado y no lo encuentro, y no lo voy a encontrar porque el podrido talento no existe. Soy nada. ¡Oh, valga la redundancia! Soy Nadie.
Sueño. Dolor de cabeza. Nada de ánimos. Poca paciencia. Ganas de nada.
Holden.
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