Mientras caminábamos hacia la parada del colectivo, me dijiste “¿te molesta si te doy la mano?” y yo te dije que no con la cabeza, me diste la mano y caminamos juntos hasta llegar. Te juro que cuando vino el colectivo tenía ganas de quedarme ahí, con vos. No quería soltarte, me sentía tan feliz con vos al lado. Me regalaste tu anillo, porque pensábamos que esa era la última vez que nos íbamos a ver, me dijiste “te lo regalo, para que tengas algo mío”. Y a partir de ese día no me lo saqué más.
A partir de ese momento no pude dejar de pensar en otra persona que en vos. No te lo decía, pero me encantabas. Así, después de unas semanas nos vimos por segunda vez, y por tercera vez un día antes de que yo viajara a Brasil. Me diste un beso, en esa plaza…no me olvido más. Tardamos mucho en dárnoslo, fue muy tierno. Nos quedamos los dos frente a frente, sin decir nada y de a poco te acercaste y me besaste. Justo en el momento en que yo ya tenía que volver, me acompañaste y me llenaste a besos y a abrazos.
Pero lo fuerte empezó en mi viaje a Brasil, cuando nos dimos cuenta de que nos gustábamos mucho y nos extrañábamos. Nos dedicábamos canciones, hablábamos todo el tiempo, me decías “mosha, mosha, te extraño” y yo moría de ternura. Me decías que no veías la hora de estar conmigo para llenarme a besos y quedarnos abrazados tirados en algún lugar, dormir juntos, que me toques canciones en la guitarra, y un sin fin de cosas que teníamos planeadas hacer. “Cuando vuelvas, no te voy a soltar nunca más” me dijiste. La primera vez que me dijiste “amor”, moría de ternura cuando me llamabas así. Nunca nadie me había llamado “amor”, en realidad, nunca nadie había sido tan dulce conmigo como vos lo fuiste.
Llegué el viernes 13 de enero a las tres de la tarde y a las seis de la tarde estaba tomándome un colectivo para ir a verte. Me esperabas ahí, y a penas me viste veniste a mí y me abrazaste. Caminamos hasta tu casa, los besos en el ascensor, las cosas que me decías al oído, “un mes te esperé, ¿entendés? Un mes” me decías.
Y anécdotas juntas tengo un montón. Millones de besos, millones de abrazos, millones de sonrisas. Cuando viniste a mi casa y nos quedamos dormidos cuando debíamos bajar a cenar. Abrazados, con mi cara apoyada en tu pecho y tus brazos rodeándome, sentía que estaba tocando el cielo con las manos. La verdad, yo no estaba del todo dormida. Te miraba dormir y me daban ganas de llenarte a besos, pero no quería despertarte.
El sábado a eso de la madrugada me dijiste “te tengo que decir algo que seguramente no te va a agradar”, algo me decía que sabía lo que ibas a decirme. Cuando me dijiste “no puedo darte una relación porque no llego a sentir “amor” por vos”, empecé a llorar y no pude parar hasta hoy. Te rogué que no me dejes, que no quería perderte. Me dijiste que vos tampoco querías perderme y que no te estaba perdiendo.
¿Amar a alguien que no te ama? ¿Después de todas las cosas que vivimos juntos? ¿Después de todo lo que esperamos para vernos? ¿Después de todas esas noches llenas de besos y…amor? ¿Después de todo eso me decís que no podemos estar juntos? ¿Y ahora qué hago yo? ¿Qué hago con todos estos recuerdos, con todas estas ilusiones, con todas estas ganas de verte y estar con vos? Nada. No puedo hacer nada. Guardarlas en una cajita en lo profundo de mi corazón y dejarlas ahí, que con el tiempo se hagan cada vez más chiquitas y menos dolorosas.
Lloro, lloro, lloro y sigo llorando. No estoy enojada con vos, jamás podría estarlo. Te agradezco que me lo hayas dicho ahora y no después de un tiempo porque hubiera sido peor. Después de esa conversación no volvimos a hablar, muero de ganas de hacerlo pero ¿para qué? ¿Para seguir lastimándome? Quiero verte, pero ¿para qué? Si sé que no puedo tenerte como me gustaría. Que mi amor por vos no es correspondido.
No quiero olvidarte, porque fuiste lo mejor que tuve. Mi única felicidad. Y como única felicidad, no quiero perderte. Te voy a guardar en un lugar muy especial, donde nadie te pueda borrar nunca. Ahora duele, duele mucho. El vacío en el pecho duele como nunca antes. Lo tenía todo, te tenía a vos, y en un abrir y cerrar de ojos te perdí, de un día al otro. Estaba feliz, en lo más alto la cumbre y de repente caigo desgarrada al suelo. Ya sin fuerzas, sin ganas de nada, los días pasan y nada mejora. Es difícil ocupar el tiempo, es difícil cuando antes lo único que hacía era hablar y estar con vos. Tenía una vida antes de vos, sí. Pero ¿alguien se acuerda de lo deprimida que estaba antes de él? Quería morir, no encontraba mi camino, no encontraba mi felicidad, no encontraba nada. La vida me golpeaba cada vez más y más fuerte. Hasta que apareciste, de la nada, como caído del cielo…y así de rápido como llegaste, te vas. Para siempre.
Demás está decir que mi estado es deplorable. No puedo comer, no puedo dormir, no puedo escuchar música porque todas las canciones me recuerdan a vos, se me hace difícil hasta estar en mi cuarto porque me acuerdo de cuando estuviste ahí, durmiendo en mi cama, tocandome canciones con mi guitarra, riéndote y dándome besos. Me despierto y siento que te tengo al lado, cuando abro los ojos y veo que no estás compruebo que no fue un sueño, que es una realidad: te perdí.
Escribir esto se me hace muy complicado, pero me dijeron que lo mejor que puedo hacer en este momento es llorar y aceptar que me duele. Recordar todo esto me hace...bah, ni tengo palabras para explicar el dolor que siento.
Ver estas fotos no me ayudan en nada, lo sé. ¿Cómo algo que me hacía tan feliz puede llegar a lastimarme tanto? Pensar que hace tan sólo una semana estaba hablando con vos. El martes pasado a eso de las tres de la tarde te estaba esperando en la estación de tren, ¿te acordás? Yo sí me acuerdo, a la perfección.
Tu voz resuena en mis oídos, todo el tiempo. Tu voz diciéndome "sos hermosa, sabías?" o "dame un beso" y el "te quiero muchísimo, sabías?" mientras te tenía encima de mi, mientras tocaba los huesos de tu espalda con mis manos, mientras cerraba los ojos y los abría para encontrar los tuyos mirándome. Esos ojos tan preciosos.
Agradezco infinitamente a la gente que me está apoyando ahora, sobre todo a mi mamá que me está bancando todos los días con mi peor cara e intenta animarme. Sólo les pido que no me dejen sola, no ahora. Por favor. Nunca sentí algo así y a pesar de todo, no me arrepiento. No me arrepiento de nada de lo que hice por vos y de nada de lo que hice con vos. Espero que en algún momento pueda hablarte y verte otra vez y verte como alguien especial, admirarte por lo que sos pero quererte...y nada más quererte.
Ya no me queda nada.
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